Una de las razones por las que apoyo la lactancia es que ésta reduce la probabilidad de que el bebé adquiriera alguna infección, ya que tiene propiedades que construyen un mejor sistema inmunológico. Todas las madres ex-lactantes que conozco repiten "fulanito nunca se me enfermó" "fulana no cogió ni un catarro", y de hecho conozco a una mamá cuya hija se agripó a la semana de detener la lactancia. Así las cosas, me había hecho una imagen mental de que mi hija no se enfermaría; gracias a Dios ha sido así. Pero lejos de estar protegida de todo mal, la verdad es que ha tenido episodios de moquitos, nariz tupida y tos.
Las opinión generalizada de los pediatras es que no se medique a un infante con gripe hasta que éste sea mayor de seis meses. Claro está, siempre y cuando no sea nada grave. ¿Qué se puede hacer entonces para ayudar a tu bebé a reponerse de un resfriado?
En primer lugar administrar solución salina por las fosas nasales. Este remedio se consigue sin receta en todas las farmacias, es completamente natural, por lo que puedes echarla varias veces al día. Mi pediatra me recomendó cuatro gotas en la mañana y en la noche. En segundo lugar brindar a tu hijo o hija una vitamina diseñada para su edad. Las más usadas son Tri-Vi-Sol y Poly-Vi-Sol de la marca Enfamil. Éstas ayudan a reforzar sus defensas y complementan su dieta. Consulta con tu médico acerca de cuál puedes ofrecerle a tu retoño. Y por último, si alimentas con leche materna, aumentar el consumo de fuentes de vitamina C como las naranjas, las uvas, manzanas y otras frutas es buena idea; recuerda que todo lo que comes "va" a tu bebé.
Como hay de todo en la viña del Señor, no faltará el pediatra que recete medicamentos para curar a algún infante. Esta práctica no es errónea del todo, pero hay quienes preferimos optar por lo natural cuando se trata de cuidar a nuestros pequeños.
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